La química, como toda ciencia, tiene como finalidad el progreso de la humanidad y la civilización; proporcionarnos, de alguna manera, cosas que nos beneficien, cosas que nos permitan satisfacer nuestras necesidades de una mejor manera, y que nos den más tiempo libre para disfrutar de nuestra vida personal, de nuestra vida familiar y en consecuencia, es completamente necesario que todo uso equivocado de la química sea erradicado, porque iría precisamente en contra de estos principios de proporcionar satisfactores con pleno respeto a los Derechos Humanos. Si las armas químicas atentan contra la vida misma, contra el derecho humano fundamental, es algo que debe ser eliminado para siempre. Las armas químicas no solamente se han utilizado en caso de guerra, también han sido empleadas por grupos terroristas. Como ejemplo tenemos la secta japonesa Aum Shinrikyō que, en 1994, organizó un ataque con gas sarín en la ciudad de Matsumoto, en donde murieron 14 personas. Al año siguiente, en marzo de 1995, llevaron a cabo lo que es considerado el peor ataque terrorista con armas químicas, con sarín también, en el metro de Tokio en horas pico. Hubo más de 5.000 personas afectadas, aunque solamente murieron 15. El cloro, su aplicación más importante es para potabilizar agua, para que el agua que llega a nuestras casas de los reservorios, llegue libre de microorganismos patógenos que nos pueden provocar enfermedades. Pues bien, este mismo cloro puede ser mal utilizado por grupos terroristas, y es lo que está sucediendo en Siria y en Irak. En Siria y en Irak, el grupo ISIS está empleando cloro, está empleando gas mostaza, y está empleando sarín. Y viene el dilema del cloro, como tiene usos civiles, usos pacíficos, puede ser robado con cierta facilidad. Pero, ¿cómo pueden agenciarse los que no son comerciales, el sarín y el mostaza? Hay dos opciones: se lo roban de sitios donde estuviera almacenado, antes de que Siria entregara sus armas químicas a la OPAQ para destrucción, pudieron haber asaltado tres o cuatro depósitos y haberlo incautado; o la otra, que tengan a su servicio científicos con una ética diferente, que lo esté fabricando para ellos. En el pizarrón vemos la estructura de un compuesto, conocido como "gas mostaza", uno de los más empleados en la Primera Guerra Mundial. Es un ejemplo claro de que las cosas buenas pueden ser utilizadas para mal, o al revés. El gas mostaza se desarrolló para ser empleado como arma por su capacidad para generar quemaduras muy grandes, muy intensas y muy dolorosas, en quienes entran en contacto con él. Pero, utilizado en las dosis adecuadas, sirve para controlar y atacar ciertos tipos de cáncer. Entonces, así como el mostaza puede ser utilizado para algo bueno, combatiendo el cáncer, busquemos que todo lo que sea producto de la química se utilice para el bien de la humanidad y no para su deterioro. Con base en esto es que sostenemos que las armas químicas deben ser prohibidas, erradicadas y nunca más fabricadas o empleadas. Por eso, es importante que la educación le dé, a los jóvenes estudiantes, valores firmes, y una ética a toda prueba.