[MÚSICA] [AUDIO_EN_BLANCO] En esta lección, les propongo examinar algunos de los aspectos de la política exterior mexicana, a partir de ese momento en que México cuenta, por primera vez realmente, con un estado propiamente dicho, con una situación de mínima estabilidad para darle forma a la estructura estatal y al sentimiento de nación que no había existido antes. Esto es posible porque con el triunfo de los liberales que encabeza Benito Juárez, el triunfo sobre los conservadores, sobre la intervención de los franceses, se establece una fuerza, una fuerza política central que va a abarcar por primera vez, realmente, el control de todo el país. Pero después de Juárez, y teniendo un intervalo más o menos corto, aparece la figura de Porfirio Díaz. Porfirio Díaz como, primero, general y luego presidente, estadista, y es la persona alrededor de la cual se va formando un sistema autoritario muy personalista que va a darle el carácter a la política mexicana hasta 1910. En los 30 últimos años del siglo XIX y los primeros diez años del siglo XX, lo que se conoce como la República restaurada y el Porfiriato, el país tiene la posibilidad de elaborar una política exterior ya sin guerras, sin conflictos internos, que cambien la presidencia cada momento, hay continuidad. ¿Qué es lo que hace Díaz en relación al mundo externo? Bueno, por lo menos dos cosas. Por un lado, acepta que la debilidad mexicana, la debilidad económica mexicana, es tan obvia. Ya ha perdido México un tiempo histórico irrecuperable. Tiene que acelerar la marcha para poder empezar su revolución industrial, esa que Inglaterra empezó siglos atrás y que otros países europeos la tuvieron en el siglo XIX muy temprano, Estados Unidos ya estaba en plena revolución industrial, y México tenía aquí una debilidad enorme. Así que decide abrir el país a la inversión externa. Con la inversión externa viene, desde luego, la influencia externa, influencia benéfica en algunos casos, pero no en todos. ¿Qué es lo que decide Díaz como el centro, el núcleo de su política? Bueno, hacer de una necesidad una virtud. Hay que abrirse a las inversiones norteamericanas, inglesas y europeas en general, pero va a intentar, ese es un esfuerzo político, balancearlas, el balance. En el mundo internacional hay un balance del poder en donde Inglaterra es quien tiene, digamos, el peso decisivo. A veces lo pone de un lado, a veces lo pone del otro, y mantiene el equilibrio en el sistema internacional. Bueno, lo que don Porfirio hace es mantener ese equilibrio en la inversión externa en México. No puede evitar la norteamericana. Curioso, los norteamericanos en ese momento están importando más capital del que pueden exportar. Sin embargo, a México ya están exportando su capital, su tecnología, básicamente los ferrocarriles. Los ferrocarriles es la primera gran inversión externa que don Porfirio alienta, hace todo lo posible porque vengan a modernizar a México, porque vengan a poner las venas de México, para que se pueda fluir mercancías y personas y el control político, para que puedan también por los ferrocarriles ir el ejército y los rurales a poner el orden porfirista donde esté debilitado. Pero con los ferrocarriles también van a venir las minas, pues eso era cómo se iba a alimentar el comercio de esos ferrocarriles, no nada más con pasajeros, sino con el transporte de los productos minerales. La plata seguía siendo uno de los principales temas y productos que México exportaba, pero también ya empezaron los minerales industriales. Entraron también las grandes plantaciones para consumo interno y para consumo externo; zonas que se irrigaron por primera vez con capital internacional. La transformación de algunos de los puertos, el drenaje de la Ciudad de México vía contratos con empresarios internacionales, ese es el corazón o uno de los puntos centrales del porfiriato. La dinámica que introduce esta inversión externa es realmente formidable. Hay una parte de la sociedad mexicana que se transforma completamente, se ve a la Ciudad de México ya como un, otra vez como un gran centro urbano porque lo fue en la época colonial, ahora lo recupera eso. Y la delicadeza con que Díaz va manejando las diferentes influencias externas. Llega al punto de empezar a planear no solamente tener a Estados Unidos y a Europa occidental como los grandes inversores, sino también a Japón. Japón es una potencia que está despuntando apenas, pero al principio del siglo derrotó a los rusos muestra de que ya es una potencia. Así que la política exterior de Díaz, se basa en esto, en un equilibrio de las influencias externas. Y México pasa de tener una cultura, alta cultura, influida por Francia, a otra you bastante influida por Inglaterra, por Estados Unidos, y se le ve a México, y a Díaz en particular, como el forjador de la paz en México. Y las fiestas del centenario, del centenario del inicio de la independencia en 1910 son usadas por don Porfirio como un gran instrumento de política internacional. Invita a todo el mundo a que vengan a ver lo bien que está México, lo mucho que ha progresado. Claro que ese es un México, un México. Está el otro, el gran México que, evidentemente, en este crecimiento tan acelerado del capitalismo, del capitalismo basado en buena medida en el capital internacional, ha marginado a muchísimos; el México pobre, el México indígena, el México rural sin transformaciones, ahí está. Y va a hacer su presencia justamente después de la celebración del centenario de 1910. Al final de ese año, y con el llamado a una elección democrática frustrada, Madero, Francisco I. Madero, va a iniciar, va a ser el detonador de un movimiento que nadie esperaba que fuera tan profundo, la Revolución Mexicana, y la Revolución Mexicana va a tener un gran impacto en la formación, formulación, de la política exterior mexicana. Aquí dejo esta lección y luego examinaremos otros puntos. [MÚSICA]