Todas las naciones tienen que tener algunas características esenciales si van a ser Estado-Nación. Una de ellas es el territorio, y el territorio es justamente donde se agudiza la contradicción entre nuestros vecinos del norte, los Estados Unidos y México. Hay que recordar que cuando México adquiere su independencia tiene un territorio enorme, enorme, que simplemente no se conoce exactamente dónde están sus límites, cuáles son sus recursos, lo esencial. Acordémonos que Centroamérica se une al Imperio Mexicano en 1821. Entonces, México va desde Centroamérica hasta un punto, que muy pocas gentes conocen en la Ciudad de México, que es el vasto norte de América, lo que hoy es una buena parte de los Estados Unidos, la Alta California, Arizona, Nuevo México, Texas, partes de Colorado. Todo eso era la enormidad geográfica de un México que tenía alrededor de seis millones de habitantes. Mucha tierra para tan pocos habitantes. Y ahí viene un problema fundamental. Las 13 colonias norteamericanas, cuando logran su independencia de inmediato, casi de inmediato, se lanzan a una expansión territorial hacia el oeste y ahí van a chocar primero con España, antes de la Independencia de México, y luego con México. Lo que quieren es Texas. Y el primer enviado diplomático de los Estados Unidos propone la adquisición de Texas, el señor Joel Poinsett. Le propone a un México que apenas está despertando, apenas se está dando cuenta de quién es, de qué es, la compra de Texas. Se rechaza la petición. Pero la realidad es brutal, durísima. ¿Cómo se va a controlar esa provincia de Texas, tan lejos del centro, tan poco poblada y donde van llegando migrantes norteamericanos? La idea original del gobierno mexicano es muy sencilla, vamos a poblarla, pero con qué lo poblamos. Bueno, no está mal la idea, vamos a poblarla con los propios norteamericanos, pero vamos a abrirle las puertas a unos norteamericanos muy peculiares, a unos que sean católicos. ¿Quiénes son los que pueden ser católicos en Estados Unidos en ese momento? Básicamente, los de origen irlandés o los irlandeses recién llegados. Pero la verdad es que, en la práctica, esto no pasa. México le da autorización a colonos norteamericanos para entrar en ese enorme vasto territorio y son colonos protestantes que, además, traen esclavos, que está en contra de la legislación mexicana donde ya no hay la esclavitud. Entonces, se van aposentando en Texas intereses, sociedades, culturas que son muy ajenas a México y en algún momento deciden, reclaman su propia independencia. Los texanos quieren ser independientes. A México se le están yendo rápidamente muchas zonas y se le va a Centroamérica, pero también hay la posibilidad de que se separe Yucatán, de que se separe el norte mismo de México. Hay algunos movimientos separatistas en Jalisco. Es realmente ese problema de tener fuertes poderes regionales y muy poco poder central. El gobierno mexicano hace un enorme esfuerzo por recuperar Texas, se crea un ejército, se va a Texas, se confronta a los tejanos, se tienen los primeros combates, pero en el último, en el decisivo, en el de San Jacinto, ahí en buena medida, la ineptitud del comandante mexicano Santa Anna hace que la lucha se pierda y Texas se hace independiente. Así que no se reconoce la independencia de Texas, y luego Texas se une a los Estados Unidos. México considera que eso es un acto ilegítimo, ilegal, es un acto de guerra. Y así, vamos a ir a la guerra de 1846 a 1848 entre un Estados Unidos en expansión y un México en dispersión, un México estancado cuya economía en vez de crecer en ese momento está disminuyendo, en donde el producto, ya sea el Producto Interno Bruto, el Producto Per Cápita, en cualquiera de las dos medidas, tenemos que en México decrece y en Estados Unidos crece. El poder económico y militar entre estos dos países, México y Estados Unidos, es muy desigual e, insisto, así se va a ir a la guerra. Una guerra que, visto a la distancia e incluso en ese momento, se ve que está perdida y, además, es una guerra mal hecha, los comandantes de un ejército que no tiene experiencia para combatir a otro ejército formal. El ejército mexicano se había creado y se había especializado, si así se le puede llamar, en hacer frente a otros mexicanos, durante la Guerra de Independencia, luego en estos problemas internos en la guerra contra los indios nómadas en el norte, pero no contra un ejército formal. Así que esta guerra, que en realidad se va a librar en 1847 básicamente por el norte y la toma de Veracruz, y el ascenso de los ejércitos norteamericanos de Veracruz a la Ciudad de México, se pierde de una manera irremediable. Como quiera que sea, es un trauma para México esa pérdida territorial. Es también el momento en que México queda configurado en lo que es su geografía actual, va a perder después un pedacito, bueno un pedazo grande, lo que se llama La Mesilla, que va a ser adquirida por Estados Unidos en los 1850. México no se podía rehusar a esa venta porque si no se le vendía, la tomaba. Pero entonces queda así, ya la geografía política mexicana actual es resultado de la guerra con Estados Unidos. Una guerra que, insisto, allá no se recuerda, aquí sigue siendo una parte importante de nuestra historia, y veremos en otra lección cómo es que llegamos a esto.